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Recordando a Consuelo y hablando de Amour

Hace unos días me vino a la mente la película 'Amour' del director Michael Haneke. Este filme estuvo en mi lista de filmes más esperados del año pasado y cuando fue nominado al Oscar, finalmente ganando el premio a 'Mejor Filme Extranjero', mis ansias por verla crecían cada vez más. El caso es que al igual que con la mayoría de los filmes que me interesan, me había abstenido de buscar leer reseñas o despedazar el filme buscando imágenes, noticias, trailers. Aunque debo decir que vi el trailer antes de ver el filme y el trailer no chotea nada importante, es uno de esos trailers que hacen su trabajo de presentar el filme despertando curiosidad pero sin echar nada a perder.

Vi 'Amour' a principios del 2013. Fui sola a Fine Arts de Miramar y me alegra más que nunca el haber ido sola a ver esta tanda porque no creo que ningún acompañante hubiera estado preparado para ver lo que iba a pasar allí. No en términos de la película en sí sino en el efecto que causó en mí. Yo tampoco lo estaba. Ni aún habiendo leído la sinopsis pude predecir que esa tarde en Fine Arts sería una de las tardes más chocantes de mi vida. 

Verán, el filme no tan sólo es chocante por su historia y la manera en la que Haneke nos presenta este filme pero hace unos años atrás pasé por una experiencia muy similar y este filme abrió una puerta en la que logró desenterrar sentimientos que ni siquiera yo sabía que llevaba guardados bajo la piel. 

Para allá para el 2007, mi abuela materna, Consuelo, sufrió un derrame que la dejó postrada en cama. Chelo, como le conocí desde niña, llevaba años luchando con problemas de salud, entre ellos diabetes y problemas del corazón. Muchas veces estuvo hospitalizada a causa de esos mismos problemas. Recuerdo que muchas de esas veces, me escondían para poder entrarme al cuarto de hospital a verla porque aún era muy pequeña para subir. Cuánto la adoré. De adolescente supe pasar noches durmiendo en una silla de hospital para irme a la escuela a la mañana siguiente. No era algo que disfrutara hacer pero esos sacrificios los veía como una forma de saldarle alguna deuda que debía cobrarme por todo lo que ella hacía por mí.

En el 2007 estaba embarazada y aún sufro el que ella no pudiera disfrutarse esta etapa conmigo como hubiera querido. Aún así pude darle la noticia de que tendría un nuevo bisnieto y pude ver en sus ojos la alegría que le causaba la noticia. Cuando ya tuve a Lex, estuve mucho tiempo sin trabajar y mientras, estuve cuidando de ambos día a día. ¿Cómo no hacerlo? Este era el momento de demostrarle cuánto la amaba. Yo nunca fui de muchas palabras. Ella solía decirle a mi madre: "¡Qué callada es esta nena! Si uno no le habla, ella no le habla a uno." Pero aún en mi silencio le amaba profundamente y quería que mis actos fueran más claros que mis palabras.

Vi cómo Chelo iba dejando de ser ella y la perdía día a día. Fueron muchos días de frustración para todos, especialmente para ella. Inevitablemente llegó el fin y sentí que se me fue un gran pedazo de vida con ella y a su vez, confieso que sentí alivio. El alivio me hacía sentir culpa pero me gustaría pensar que intentaba no ser egoísta y preferir tenerla tirada en una cama pero "presente". La verdad la prefería libre. ¿A dónde fue? No sé. Sólo sé que fue liberada de este estado que la había llevado a dejar de ser mi abuela, la que yo conocí.

Mientras vi 'Amour' lloré casi desde su comienzo. Bueno, lloré desde que comencé a ver a Chelo en su protagonista quien sufrió el mismo cuadro clínico, incluyendo la operación de carótidas. Reviví tantos recuerdos que ni sé cuántas servilletas dejé desmoronadas en el porta vasos. Si han visto el filme, sabrán que al final Haneke lleva la historia a un punto donde se cuestiona la moral de los actos de uno de los protagonistas, entonces se vuelve aún más difícil de digerir emocionalmente. Ya luego del filme tuve que sentarme en una de las mesas de afuera tratando de recomponerme y eleta mirando las sillas pensaba en ella. Me sentí dañada y pasaron varios días en los que no pude sacarla de mi mente.

Al día de hoy, tímidamente comprendo la posición que Haneke nos quiso presentar aunque aliviada respiro pensando en que era pura ficción. La realidad es que pensé en las tantas personas que habrán pasado la misma situación y sólo Haneke nos hizo enfrentar esa verdad que quizás nadie se atreve a hablar y nos hace pensar que está bien sentir alivio cuando se nos va un ser querido cuya vida está en un hilo y sufrimos el verles tan quebrantados.

Anoche soñé con ella. Seguramente el haber estado pensando en el filme también me la trajo al subconsciente, causando que nos encontráramos en sueños. Se veía hermosa y me habló pero sólo recuerdo sus gestos y no lo que me dijo. 

A pesar de todo, cuando la recuerdo no pienso en la Chelo deteriorada que yacía en su cama sino en la Chelo que reía como una niña a pesar de su avanzada edad, la que siempre tuvo palabras de amor sin importar la situación. Recuerdo a la Chelo que dejó un gran vacío al faltar y en cambio dejó tantas lecciones de vida. Le recuerdo y me falta pero de todo lo que pudo haberme enseñado, quizás esta sea la mejor de sus enseñanzas: Vivir y amar sin esperar nada a cambio pero hacerlo de tal forma que cuando no esté, aún en ausencia, me haga sentir.