Pages

Juana: El antes, el después y lo que se aproxima

Ayer iba de camino a casa y en el camino me fui en un viaje de pensamientos. Analizaba mi vida (como siempre) y un pequeño detalle me hizo pensar en cómo yo era en mis años de universidad. Terminé escribiendo esto en una de mis redes sociales: 


Recibí varios mensajes privados de gente preguntándome si todo estaba bien. Se los agradezco en el alma. Inclusive, mi madre terminó analizando el mensaje y llevándolo a otro nivel. No mother, its not that.

Lo que pasa es que casi nunca escribo cosas así en estas redes. No comparto tanto mi vida ni lo que llevo en el pensamiento porque no es el lugar. ¿Oyeron? 

Cuando estaba en la universidad era casi un canvas en blanco. Era simpática, tímida y algo seria. Pienso en estos tiempos y me transporto a la cafetería de la Inter. Siempre solita con mi libreta de dibujos o escribiendo zanganaces en una libreta. De vez en cuando alguien me preguntaba si me podía hacer compañía, yo sonreía y decía que sí. En medio de conversaciones siempre salía el típico: "Yo no me atrevía hablarte porque te ves así, bien seria. Pero eres chévere..." 

Yo sentía que aun no sabía cuál era mi lugar en el mundo. Tenía muchos sueños e ilusiones y era feliz. No tenía grandes responsabilidades y todo era posible. Lo sabía. A pesar de mi personalidad introvertida, estaba abierta al compartir con quien mostrara interés.

Ahora que han pasado varios años, me miro y veo lo diferente que soy. Esto era lo que pensaba ayer. Mi vida se divide en varias partes (antes, durante y después de varios eventos), entre ellos: mi tiempo en la milicia, mi matrimonio y mi tiempo en este último trabajo. Estos tres episodios han aportado grandemente en lo que soy hoy como persona. Siento que esto me hizo crecer como persona y en el transcurso crecí fuerte pero a su vez siento que algo se ha arruinado en mí. Perdí la inocencia y esa magia que sentía en mí que me hacía tan feliz y me hacía ver el mundo de manera distinta. 

Ahora no me siento tan dispuesta a compartir con gente nueva (o hasta vieja), sin importar cuán grande sea el interés que muestran. Now a days es muy difícil ver que soy simpática con alguien. He sustituido la simpatía por cortesía y eso es si acaso estoy de humor. Me he vuelto cínica y a la defensiva porque viví experiencias en las que aprendí que la humillación y la burla eran herramientas utilizadas frecuentemente por los demás para sobresalir y lograr su voluntad. Un 6 de julio de hace algunos años atrás, me prometí que nunca más nadie tendría el control sobre mi vida y que nunca nadie me volvería a humillar. Esto me dio el coraje para no quedarme da, como dicen por ahí. A su vez, fui olvidando lo bien que se siente ser alguien con quien a los demás le da gusto compartir. 

El ambiente en el que me he acostumbrado a estar estos últimos años ha sido uno que no me había permitido ver que hay otro tipo de gente allá afuera que no recurren a la agresividad y que son personas que no me hacen pensar que tengo que estar a la defensiva todo el tiempo. 

Este año para mí, es uno de pruebas personales en el que siento que debo demostrarme a mí misma hasta dónde estoy dispuesta a llegar para cambiar lo que no me gusta de mi vida. He comprobado que los grandes riesgos conllevan grandes cambios y estos cambios a veces son buenos. No hay por qué temer.

Como escribí ayer, ya casi llego a mis 30 años y yo no quisiera pasar los mejores años de mi vida intentando sobrevivir en este mundo. Yo quiero sentir que vivo y disfruto de todos mis días por igual. Desenvolverme en un ambiente en el que no añada tensión a lo que ya son días tensos, por lo que sufrimos como sociedad. Lograr construir memorias que valgan la pena recordar y cumplir las metas que he trazado.

Juana y sus momentos de crisis

Ayer fue un día de esos en los que por más que quieres, no puedes salir de tu casa. Cada vez que me venía a la mente que quería comer aguacate y tostones y me venía esta mayor intención de levantarme, prepararme, bajar las escaleras, montarme en el carro, llegar al super y matar el antojo, no me fue posible. Mi domingo fue de puro ocio y no me arrepiento.

En una de esas vueltas que di en la cama, no sé ni por qué pero me vino a la mente que ya casi cumpliría 30 años. Es cuestión de na'. Pensé: "Wow! Llevo casi 30 años en este mundo." Recordé cómo era hace dos décadas atrás y cómo la idea de lo que era la vida se me hacía tan grande como el universo, infinita. Más tarde fui descubriendo que la muerte era algo real, no se daba solo en películas. Perdí grandes miembros de mi familia y supe que la vida no era tan extensa como yo pensaba. 

Tuve tantos planes y en mi mente cree tantos escenarios para mi vida que quizás el tiempo no me iba a dar. La sensación de estar en los mid-twienties y sentir que aun tienes todo el tiempo del mundo es casi una ilusión. Aun así, he logrado muchas cosas. Tanto así que he sentido que he vivido otras vidas dentro de esta vida. Así se sienten. El mundo y las experiencias que viví cuando era niña, cuando fui militar, en mi primer matrimonio, todo parece otra encarnación y esta nueva vida es solo un nuevo comenzar. Lo único que he logrado mantener ha sido los recuerdos y con suerte he podido traerme a las personas que más amo en este mundo. 

Pues, pensaba en todo esto y de pronto me vino a la mente los treinta. Dicen que esta es una de las mejores décadas de una persona, estamos centrados, nos conocemos como personas, conocemos el mundo en el que vivimos. Las posibilidades de que las cosas nos vayan mejor que en las pasadas décadas, son más altas porque se supone que cometamos menos errores. La cosa es que todo lo que tenía planeado no pasaba de los 30. ¿Qué carajo voy a hacer cuando llegue a los 40? ¡¿A los 40?! ¡Moriré! Ya después de ahí todo es cuesta abajo. Se me empiezan a notar más los años. Me imaginé mi vida a los 40 y pensé de Bryan hecho un hombre. Ya tendrá unos 18 años. ¡Ay coño! ¡Estoy hiper-ventilando!

Todo eso pensé en una sola vuelta. Me volví a voltear. Traté de respirar. 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10. Nena, tienes 27 y ya estás sufriendo porque pronto tendrás 40. Miré a Bryan: Ok, tiene 6 todavía....Resoplé. 

Nada de lo que he vivido estaba planeado. Aun con todos los escenarios que me imaginé, nada ha sido igual. La vida no se planea, se vive. Esto es algo que debo recordar. El tiempo pasará, ganaré y perderé, algún día moriré. Mientras, vivamos.

Hablando de La Vie d'Adèle (Blue is the Warmest Color)

Hoy me viene la necesidad de escribirles sobre 'La Vie d'Adèle' (Blue is the Warmest Color). No lo hago a través de QiiBO porque más que una reseña es un desahogo. Finalmente este pasado sábado tuve la dicha de poder ver este filme que tanto había estado esperando. 'La Vie d'Adèle' es un filme francés que consiste de dos capítulos dirigidos y escritos por Abdellatif Kechiche. Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos protagonizan este largometraje que a pesar de tener una duración de 179 minutos realmente ni se sienten. De hecho, pudiera decir que para mí no son suficientes. 

Esta película es centrada en Adèle, una adolescente que a penas está descubriendo quién es en la vida. Kechiche nos entrega en cuerpo y alma lo que es este personaje de Adèle, al punto que es inevitable no enamorarnos de ella. Irnos en este viaje en el que aprenderemos junto a Adèle quién es, no es una opción. Kechiche habla a través de Adèle, sobre lo que es conocernos, como estudiantes de la vida, el placer de conocernos como personas, nuestra sexualidad, inhalar el arte que nos rodea y encontrar la felicidad en lo que nos hace sentir como en casa, aun cuando esto sea a través de la gente. Aun cuando estos no encuentren un hogar en nosotros.

"Adèle" conoce a "Emma" y la vida le cambia totalmente. Kechiche nos deja ver un poco las inseguridades que sufre una persona que se siente inclinada a amar a alguien del mismo sexo; el miedo al prejuicio de la sociedad, los amigos y la familia. Pero pronto se olvidan y nos invita a sumergirnos en ese amor tan puro que es capaz de arrancarnos lágrimas, de alegría, de dolor, de desconsuelo.

'La Vie d'Adèle' es presentada sin tapujos, es cruda y quizás por eso es que una vez nos entra, nos cala hondo, porque se le siente esa fibra tan genuina. Kechiche nos hace parte de ese amor entre Emma y Adèle de tal forma, que aun ante las escenas más gráficas, logramos sentir la real conexión que hay entre estas dos mujeres.

¿Qué me hiciste Kechiche? Si venimos a ver, Kechiche nos monta en una montaña rusa de emociones sin previo aviso y sin cinturón. Este nos lleva en un viaje que va desde la inocencia a lo erótico y de la quietud a la desesperación. Si hay una palabra que me viene a la mente cuando pienso en Blue is the Warmest Color es 'desnudez'. Ketiche nos muestra literalmente la desnudez de los cuerpos y este filme se me hace tan humano, que prácticamente se le siente así mismo, desnudo. Si hay algo en lo que Ketiche se concentró en enfatizar fue en esto, en transmitirnos la humanidad de sus protagonistas, mostrárnolas vulnerables, sin gota de maquillaje, sin peinar, tal cual. 

¿Estamos actuando o no estamos actuando? Eso me pasó por la mente en varias ocasiones y es que en varias escenas, como por ejemplo, cuando nuestra Adèle está durmiendo. Kechiche la filmó mientras esta dormía y al igual que aquí hubo otro par de escenas en las que el filme fluye tal como lo haríamos en nuestra vida cotidiana porque sencillamente lo es. El que esto haya sido plasmado en pantalla con tanta belleza y elegancia es casi un acto de magia. 
 
'La Vie d'Adèle' es una de las mejores películas del 2013 y sin duda, es una de las mejores películas que he visto en mi vida. Lloré como Magdalena. No lo pude evitar. Aunque no es algo que hago con facilidad y es algo que a veces nos averguenza admitir, el que este filme me haya hecho vivir emociones tan fuertes durante esas dos horas y media, solo es una muestra de la gran obra de que nos ha regalado Kechiche. Si ves 'La Vie d'Adèle' y aprecias este filme por lo que es, de seguro terminarás dándome la razón.  
Este filme es mucho más que ese del que la gente habla que salen dos mujeres teniendo sexo explícitamente. Este es uno de esos que te hace sonreír cuando lo recuerdas, te hace citar frases de la película. Te deja marcado. Como le comenté a un gran amigo, por películas como estas es que amamos el cine, películas que nos dejan como adictos buscando nuevas obras que nos regresen a este "rush" emocional que tristemente se logra conseguir muy pocas veces pero cuando nos llega el golpe, nos deja locos.

Perdóname Padre Porque He Pecado

Ayer estuve pensando en lo curiosa que es la vida, en el karma y las consecuencias de nuestros actos en general. También estuve pensando acerca de mis miedos, que aunque no sean muchos a veces se hacen presente.

Yo no me considero una persona religiosa. Mi madre y mi abuela trataron de criarme dentro de la religión Católica pero a pesar de sus esfuerzos esas semillas no dieron su fruto. No soy atea pero tampoco me identifico con ningún Dios de ninguna otra religión. Eso es un tema tan complejo que yo aún no encuentro definirme dentro de sí.

Les comento esto porque nunca he podido olvidar la última vez que fui a confesarme. Tendría unos 13 o 14 años y realmente no había hecho nada malo. No había matado. No había robado. No había deshonrado a mi madre. Me había masturbado. La culpa era tan grande que me llevó a ir a la iglesia con el único propósito de confesarlo. Me armé de valor y se lo dije a aquel padre. Sentí más culpa cuando terminé por aquel regaño que me dio, por la forma en que me hizo creer que estaba pecando y que por haberme tocado de forma que invocara el placer sufría la posibilidad de que se me cerraran las puertas del cielo.

No pasó mucho tiempo y volví a reincidir en mi crimen carnal. Pasó mucho menos tiempo antes de decidir que jamás volvería a confesarme porque comprendí que estaba satisfaciendo una necesidad fisiológica.

Hoy día pienso que quizás la iglesia pudiera haberse ahorrado muchos enemigos, muchas críticas, sobretodo muchas víctimas que han sido producto de la cruel necesidad de tantos hombres por aliviar su hambre sexual. La castidad es algo que viene con el oficio y aunque nadie le sirve a su Dios por obligación, la realidad es que son muy pocos los valientes que logran vivir una vida casta. De ahí vienen tantos casos de pedofilia, que entiendo yo que es debido a que son las presas más fáciles. Yo no soy nadie para abogar por la iglesia muchos menos para criticarle. Solo hablo por mis experiencias pero creo que un enfoque más abierto podría dar mejores resultados. Buscar el placer sexual no es nada de lo que haya que avergonzarse. Lamentablemente la forma en la que muchos han intentado buscarlo sí lo es.

Anyway... Hablábamos de miedos. Lo anterior lo dije porque en un "early stage" de mi vida pensé que el perdón lo iba a obtener a través de confesiones, de humillarme ante Dios y abrir mi corazón con el propósito de dar a conocer mi arrepentimiento. No me gusta esa idea. De hecho, no me hace sentido y no va acorde con el esquema que tengo en mi mente sobre lo que es la vida.

Me gusta pensar que cada cual tiene su propio viaje y que ninguna creencia es errónea. Que nuestras vidas son como dimensiones distintas y que el entrelace de algunas es lo que lleva a que coincidamos en el mismo plano y debido a esto sean posible nuestros encuentros. Algo así como si la vida fuese un "mall", digamos "Plaza". Tú vas a "Plaza" para ir a ver la exhibición de carros antiguos mientra que yo simplemente a comprarme unas bragas en Victoria Secret. Tú no estás mal. Yo tampoco. Esos son nuestros propósitos y aunque a ti no te interese ir a comprar bragas ni a mí los carros, caminando por unos de los tantos pasillos de "Plaza" allí nos vemos, conversamos, reímos, partimos, seguimos nuestro cometido... Ojalá fuese así de sencillo pero esta es mi teoría simplificada a la máxima potencia. Quizás sí sea así de simple pero lo que lo complique sea la imposibilidad de aceptar que somos seres distintos con diferentes propósitos y creencias y lo que lo joda sea el querer imponerle tu verdad a los demás.

Anyway... Si hay algo en lo que creo definitivamente es el karma. Y cuando hablo de miedos, el karma es el cuco. No considero que he sido mala. He tenido mis momentos pero dentro de todo he intentado llevar una vida clara, respetuosa y libre de malas intenciones. Casi he sentido cómo el buen karma alivia mi carga de malas acciones cada vez que hago algo bueno sin esperar nada a cambio, pero siempre tengo en algún recoveco de la menta una pregunta: "¿Y si aún no le he saldado mi deuda al karma?". Vivo pensando que todas mis deudas son insaldables y que al karma le importen un pito todos mis esfuerzos. Me imagino siendo feliz y que cuando ya lo haya olvidado, ahí vendrá y con un zarpaso me hará recordar. Quien sabe, quizás con la angustia que me causa pensar que el karma vendrá algún día casi tan misterioso como si fuese a pedirme el alma de mi primer nieto a cambio del perdón, será la manera en que me está haciendo pagarle. 

No, no he matado a nadie y tampoco he hecho ningún mal que no haya podido remediarse pero de igual forma me arrepiento que en ocasiones alguien haya resultado herido aunque no de lo que hice, de eso jamás. 

Los Nietos: La Segunda Oportunidad

Estaba anoche en una fila interminable de Walmart con mi madre. —¿Sabes que te toca poner el árbol cuando lleguemos a casa verdad?, me dijo. Me quedé en silencio aunque en mi mente gritaba: "¡Qué cojones!" Si mi espíritu navideño estuviese al día no tendría que poner el árbol un 23 de diciembre. De seguro ya para el 1ro de noviembre hubiese estado up and going. 

Anyway, luego de un profundo silencio, le dije: "Oye mami, ¿pero por qué hay que poner el árbol? ¡Tú nunca pusiste árbol cuando nosotros eramos chiquitos!" Debo haberlo dicho en un tono bastante alto, lo suficiente como para que la muchacha de al frente se virara y sonriera. —Hay que poner el árbol por el nene. Además, nosotros no teníamos árbol. Dijo mi madre y cuando contesté de inmediato: "Oh, sí!". La muchacha se volvió a virar, se quitó un audífono que tenía en la oreja y bien amotiná nos dijo: "Cuando yo era chiquita en mi casa nunca ponían árbol de navidad. ¡NUNCA! Ahora que hay nietos, el árbol no falta ni un año. A la verdad que los nietos cambian a los padres."

Ya yo me había dado cuenta de esto. Los padres cambian con los nietos y no son los mismos que eran cuando nos criaban a nosotros, los hijos. Nuestros padres ya no son nuestros aliados, son nuestros enemigos, auto-proclamados defensores de los nietos.


Es muy gracioso porque mi madre me crió de una manera, con ciertas expresiones y maneras de reprenderme que ahora al yo utilizarlas, me cuestiona. Resulta que con el nuevo rol de abuela, también ha olvidado que ella lo hizo alguna vez y que tan solo soy una copia exacta de lo que ella me inculcó indirectamente con su forma de crianza. No puedo enumerar cuántas veces mi madre utilizó la expresión: ¡Nena coge un buche!, ayer cuando la utilicé con Lex, casi muere. Me trató de maltratante. Entonces, ¿fui yo una niña maltratada?

Los abuelos disfrutan de ciertos privilegios y dichas que nosotros como padres no podemos disfrutar. El nieto se pone majadero y lo consciente y si se pone extra majadero, mandan al respectivo padre/madre para que lo busque y caso resuelto. Un padre no, el padre tiene que quedarse con el niño hasta que este decida enchularse y coger vuelo.  Hasta entonces no hay un respiro para el padre... ¡Y cuidao'!

En fin, eso de ser abuelo me parece bastante divertido. Yo en lo particular no puedo esperar a que me toque el turno para entonces tener mi momento de brillar como una abuela cool que de seguro seré y decirle a Lex: "Ahora te toca a ti papá. Ahora es que vas a ver si el gas pela.", o algo así. 

Muchas veces he pensado que los abuelos se tornan blanditos en la mayoría de los casos porque es su segunda oportunidad de ser lo mejor que pueden ser. Las circunstancias sacan lo mejor de ellos porque mira que ser madre no es nada fácil. A pesar de mis grandes deseos de ser la mejor madre del mundo, estar siempre de un muy buen humor y ser súper divertida, la vida y las situaciones a veces no me ponen en la entera disposición y el estrés y las presiones que vienen con la responsabilidad de tener un ser por el cual hay que dar el todo, lo hacen un poco más difícil. 

Recuerdo que muchos decían que mi abuelo no fue el mejor papá del mundo. Mi abuelo tuvo 14 hijos (quítenle o pónganle), tuvo mucho trabajo y enfermedades a muy temprana edad que quizás hicieron que no fuera el mejor de los padres. Esto sumado a que todos esos hijos fueron de diferentes matrimonios. ¿Ven? Ya el ser abuelo nos da la ventaja de que no importa de qué matrimonio son esos nietos, ese dato es irrelevante, no nos quita nada, nadie se afecta. El punto, mi abuelo fue el mejor abuelo del mundo para mí. Yo fui su pequeña princesa y me dio todo el amor que necesité. Yo fui su segunda oportunidad para demostrar que él podía criar a alguien con toda la atención y añoñamiento del mundo.

Por ahora tendré que seguir en mi rol de madre pero ya tendré mi momento. Me queda ser fuerte, poner el árbol, aguantar regaños y esperar.


Dar Un Paso Hacia Atrás

"JUANA, ACUEHDATE DE PEDIR LOH LOCKEH COLOH BEIGE!" gritaba mi jefe con su acento cubano desde su oficina. Yo desde mi escritorio le contestaba "Sí, los pedí tan!". Así siguió la conversación, intercambiamos unas cuantas líneas más y terminé sonriendo. Casi se me escapa un "I love my job.", pero ni tanto.Aunque debo confesarles, estos días la he pasado muy bien en el trabajo. He tenido demasiado trabajo, como que todo lo que no se hizo en ese mes que estuve fuera, fue a parar a mi escritorio. En esas ando, poniendo todo al día. 

Ese episodio de gritería, que para mí ya es algo muy normal, me hizo pensar en que este año ha sido uno en el que he aprendido algo muy valioso: No todo lo que está roto va para el zafacón. Lo digo porque usualmente, yo soy de las que si no le encuentro uso a algo lo desecho. Esto puede aplicar tanto a cosas materiales, como a relaciones amorosas, de amistad, en fin, lo que sea. 

Este año fue muy interesante, como saben intenté irme a otro trabajo después de estar todo el año en búsqueda. Lo intenté y no funcionó y terminé de vuelta en mi antiguo trabajo. Me quedo con la satisfacción de que sí sé lo que pasó porque soy de las que los "what if" no le causan ningún tipo de satisfacción. 

También solía pensar que si en una relación, especialmente de pareja, las cosas no van bien y se acaba todo, es mejor evitarse dolores de cabeza y cortar por lo sano. La realidad es que la vida me ha enseñado que lo que cuenta no es que cuando me vaya de este mundo, pueda rebobinar en mi mente y ver que tuve relaciones placenteras -Claro, así cualquiera!- sino ver que cuando necesité poner de mi parte para mantener relaciones que quizás han requerido cierta evolución, lo hice.

Con el tiempo también aprendí que nada es como un cuento de hadas, especialmente en el amor. Los finales felices solo son instantes y vienen convirtiéndose más en episodios de la vida, memorias para recopilar algún día. Me di la oportunidad de dar un paso hacia atrás, respirar hondo, re-enfocar y volver a ponerme los guantes. 

No tiene nada de malo que las cosas a veces no vayan bien, mucho menos que las cosas no sean perfectas. Nunca lo serán. Lo que importa es que el día no me coja sin mis dos sacos, el de ganar y el de perder y si el de ganar lo tengo cargado, dejar de enfocarme en el saco de las pérdidas. Tiendo mucho a hacer eso y esa es una de mis resoluciones para el nuevo año. Aprender a dejar ir lo malo con más facilidad y no dejar que me distraiga de disfrutar mis bendiciones enteramente.

Mi vida es un "por poco"

Debo confesar que soy muy desorganizada, para casi todo excepto lo que me es prioridad al momento. Olvido verificar mi buzón por semanas y cuando ya al fin tengo las cartas, muchas veces esos sobres se mantienen cerrados hasta que ya es muy tarde. Me molesta ese detalle de mí pero tampoco es algo que me quite el sueño. 

Hace unas semanas, estuve en mi apartamento y recordé que recibo correspondencia. Me dirigí a mi buzón y como era de esperarse, tenía varias cartas. ¿Será que odio abrir la puerta y encontrarme el apartado vacío? Quizás al fin hemos encontrado una explicación a mi irresponsable comportamiento. 
El caso es que recibí una carta de Be The Match. Pensé que era una carta de rutina, promoción navideña para alguna donación monetaria, qué sé yo. Pero no, no era una carta, era la carta. "Usted parecer ser compatible con un paciente...", decía. 

Hacía ya uno o dos años que me había registrado con el fin de ayudar a una pequeña que tenía la misma edad de mi hijo. Desde muy bebé padecía de cáncer y aunque hacía muy poco conocía a sus padres, sentí la necesidad de ofrecerme a ver si podía ayudar en algo, lo que fuera. Esa pequeña no logró vencer el cáncer y yo no era compatible. 

Una carta había llegado y me dio susto, claro, pero era una oportunidad de hacer algo más allá de mí. Siempre quise ayudar a otros, de niña soñaba con enlistarme en el Peace Corps y añoraba cumplir con la edad para poder registrarme. Ahora que tengo a Lex pues me he dedicado a ser madre y aunque no pueda ayudar como había pensando, quizás cuando ya Lex no me necesite tanto como ahora, quizás pueda ir a hacer algo en otros lugares. Por ahora estaba esta oportunidad que se me presentaba. 

Hoy logré comunicarme, ansiosa y curiosa. Estuve al teléfono un buen rato con una de las agentes que me hicieron un mundo de preguntas. Resulta que al terminar la llamada me indicaron que me estarán sacando del registro ya que el procedimiento pudiera ser contraproducente para mí por mi condición de la espalda que viene a causa de un accidente que tuve cuando estaba en el Army. 

Por un momento se me fueron los ánimos. Tuve la esperanza de ser parte de algo bueno y sentir que aunque no esté en el Peace Corps o alguna otra organización, estaba poniendo mi granito de arena. 

Esto me sirvió para hacer una pausa y recordar lo que en mi adolescencia anhelaba. Ahora continúo entonces con mi agenda apretada, la buena fe y los pocos respiros que  me da la vida para mirar a mi alrededor y ver que hay otros peores que yo, sacar un poco de lo que no tengo y compartirlo. Se siente bien darle la mano a quien lo necesita, pocas satisfacciones como esas.

Si estás interesado en registrarte en Be The Match, puedes hacerlo aquí

Adiós a los veintisiete

El pasado 19 de noviembre celebré mi cumpleaños. Ya son 28. En realidad no lo celebré pero recordé que un día como ese hace mucho tiempo atrás llegué a este mundo. La noche antes, llené la bañera de casa de mi madre. ¿Les conté que ahora tengo bañera? 

De vez en cuando me hago la loca y lleno la bañera para sumergirme así como hacen las estrellas en las películas cuando están agobiadas. Descubrí que dado a la situación económica no es tan fácil porque por el bajo presupuesto sólo puedo darme el lujo de llenar la bañera hasta la mitad y sólo me da para "desagobiarme" a medias. En fin, esa es una de las razones por las que me ofrecí a pagar el "bill" del agua porque si no, me matan. 

Les contaba, la noche antes me sumergí en aquella bañera con agua caliente, todo un acto poético. Analizaba esos pasados 27 años y me aferraba a mis recuerdos como si ya no los fuera a tener más a partir de las 12 de la medianoche. ¡Demasiados recuerdos para un solo baño! Siento que he vivido tanto que si me dijeran que cumplía 48 en vez de 28, les creía. 
 
De repente sólo veía la cantidad de fracasos que he tenido en tan poco tiempo: "Y eso que no has llegado a los 30.", me decía. Entonces recordaba tantas cosas maravillosas que he vivido, lo que tengo y lo que cuenta, la gente que he amado, los que están, los que se han ido y me han dejado con tantas alegrías, los que me dejaron llena de recuerdos pero el alma vacía. Buenos y malos, así han sido esos años. Todos memorables y me ayudan a ser lo que soy y sobretodo a que tenga la certeza de quién deseo ser. Aún sigo formándome y falta tanto. 

Llegó el 19 de noviembre y todo se mantuvo igual, no olvidé mis recuerdos. Fue uno de los días más normales, un martes. La pasé con los seres que más adoro en el mundo y aunque no hubo una gran celebración (que en realidad así lo prefiero), la noche antes, cuando ya me estaba preparando para dormir llegó mi gran amor con un gigantesco cheesecake a cantarme con todo y velita. La cosa más bella. 

Con el tiempo me he dado cuenta que lo que pensaba de niña no es real, pensaba que de grande las celebraciones serían totalmente diferentes, mucho party y demencia total. Ni lo que son celebraciones y las que no, se me dan así. Disfruto más los momentos íntimos con los pocos amigos que tengo, con esos que realmente me desvivo por compartir. Esos con los que ni el tiempo o la distancia logran hacer que olvidemos cuánto nos queremos, los buenos tiempos y los no tan buenos, esos que ahora nos hacen revolcarnos a carcajadas. Con esos con los que cada día que compartimos es una celebración porque aún estamos.

Despedí un año, mi año, por lo que hice varias resoluciones (algunas realistas, otras no tanto) y espero que en un año cuando venga a revisitar esta entrada pueda ver que logré gran parte de ellas.

Sweet November

Siempre digo que adoro el mes de noviembre. A veces me voy de culetazo que no es porque sea el mes de mi natalicio pero quizás sí, ¿y qué pasa? Puede que sea además porque este mes para mí siempre ha representado mucho. Además de ser el mes en el que llegué a este mundo y conocí a mi madre después de 9 meses de encierro y preguntarme de dónde venía ese dulce eco que me hablaba, también es el mes en el que mi madre nació, mi padre, mi hijo y muchos conocidos y amigos a los cuales le tengo mucho cariño. 

Noviembre es el mes en que culmina una transición que nunca he entendido pero sé que cada año se da. Con el paso del tiempo me he fijado que los primeros meses del año son muy buenos, frescos, casi un "clean slate" -¿será mental?-, llega el verano y es totalmente caótico y cuando comienza a llegar el otoño, me tiro para atrás, asustada pero me tiro para atrás, porque veo como la vida misma va dejando que todo caiga por su propio peso y casi como un acto de magia -ni tanto-, todo se resuelve. Me dejo llevar y llega la claridad mental.

Este pasado mes de noviembre fue todo una experiencia. En octubre 30 me fui del trabajo en el que había estado por los pasados 5 años, con la idea de no volver. Ya para ese viernes tenía un nuevo trabajo, bastante lejos. Me fui a experimentar y no los aburriré con los detalles pero fue interesante. Conocí mucha gente nueva y me sirvió para "ver el mundo" más allá de la oficina en la que había estado encerrada por tanto tiempo ya. Por otras complicaciones que no vienen al caso, decidí regresar a mi antiguo trabajo, no sin antes pedir un tiempo para ayudar al cosmos a "resolver" el caos de mi vida porque esta vez tirarme para atrás no sería suficiente. 

Hoy me reincorporo al trabajo con la mente menos congestionada, nuevos espasmos en la espalda por la mudanza que me acaba de pasar por arriba y la voluntad de seguir luchando para salir adelante porque la vida no para por más vacaciones que se cojan. 

El tiempo que estuve fuera me ayudó para organizar mis ideas, pasar tiempo con los seres que más amo y agradecer porque descubrí que para bien o para mal, he creado una relación laboral que erróneamente catalogaba como dependencia y en realidad va más allá de depender de mi trabajo para sobrevivir y poder pagar las cuentas. Finalmente he entendido que estoy jodida. Esta gente se ha convertido en mi familia y siempre me sentía como una oveja perdida dentro de una empresa a la que se refieren como un "negocio de familia" y yo decía "No, yo no.". Entre gritos de cubanos, malas palabras, risas e insultos que a veces vienen acompañados de objetos de oficina voladores y muchas, muchas cosas que éticamente no están bien, este es mi lugar.

Aprendí que para volver siempre hay que irse y que a pesar de mi naturaleza nómada, está bien el que a veces regrese a donde alguna vez estuve. Sigo teniendo razones para querer irme, no importa el que haya regresado, mis razones para irme no se han disipado. Darme cuenta de que no es el momento para hacerlo, quizás sea madurez o resignación. Esperemos que sea la primera. 

Igual hubo muchos cambios pero noviembre ya se fue y con él mucha de la carga emocional que venía cargando durante la mayor parte del año. Crecer es darme cuenta que los problemas no desaparecen por acto de magia, ni como un favor del cosmos pero sí que darle tiempo al tiempo ayuda en muchos casos. 

Que ya no quiero soñar

Quizás lo que les voy a contar sea un poco difícil de creer pero es la verdad. Es mi verdad. Cuando era adolescente y comencé a tener acceso al Internet, comencé a buscar información de diferentes cosas. Las redes sociales existían pero el uso que le daba en aquellos tiempos era simplemente buscar todo tipo de información y aprender.

En una de esas, comencé a buscar información sobre los sueños lúcidos porque me interesaba el tema. Aprendí una que otra cosa y la puse en práctica. Más adelante se comenzó a hablar de los famosos niños índigo y yo me iba de culetazo que yo formaba parte de esa generación y me identificaba con muchas de sus características. Ahora lo he dejado atrás como una fase de adolescente que tenía una gran necesidad de pertenecer y sentirse especial. El caso es que me topé con un profesor que fue de gran ayuda y me dio las herramientas para entenderme y aceptar que sí era algo diferente.

Luego de eso comencé la universidad y muchas otras cosas me hicieron alejarme de ese estilo de vida. Había comenzado a abrir puertas que no estaba segura quería abrir. Me cerré a ello y lo olvidé.

Comúnmente sueño muchas cosas que me han pasado en el día. Comprendo lo que son los sueños y su fin. Algunas veces se nos quedan caras y episodios del día que no tienen ninguna importancia o pasan desapercibidos y es en nuestros sueños que vienen a tener nuestra atención. De vez en cuando tengo sueños que aunque tengan un escenario irreal, suceden cosas que al despertar no logro borrar de mi mente. Con el tiempo aprendí que estos sueños que me impactan emocionalmente son presagios. Hay sueños muy buenos que me alegran la existencia y me hacen esperar ansiosa los días que vendrán. Hay otros no tan buenos que me dejan un mal sabor y me drenan completamente.

Hace unas noches atrás tuve un episodio de "pesadillas". Nunca me había pasado que tuviera tantas premoniciones juntas en una sola noche. Esto me ha llevado a un estado de tristeza del que no logro recuperarme. A veces me sirve para prepararme de antemano a las situaciones que tendré que pasar pero aún así, preferiría no tener que pasar por esto.