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Mamá Juana: Primeras Decepciones

Mi hijo cumple seis años este próximo mes de noviembre y este año comenzó oficialmente la escuela. A pesar de todo el tiempo que ha pasado desde que lo tuve en mis brazos por primera vez, en ocasiones no me acostumbro al hecho de que soy madre. Sobretodo cuando me hace preguntas a las cuales no tengo una respuesta.

Somos casi idénticos, tanto físicamente como en carácter. Ambos nacimos el mes de noviembre, con tan sólo 8 días de diferencia. Pudiera hablarles de lo maravilloso que fue ese periodo de gestación pero sólo les diré que ese, junto con su primer año de vida han quedado en mi memoria como los mejores momentos de mi vida. Ya después de eso comencé a descubrir que la maternidad no era el "piece of cake" que yo pensaba y que cada día se volvería un reto más y más complicado.

Los años de existencia en este mundo y nuestro par de cromosomas número 23 son dos de las diferencias más grandes entre nosotros. Esta última me lleva a cuestionar cómo sería todo si mi pequeño Lex hubiera sido niña. No me imagino haciendo moñitos o combinando trajes y no cambiaría los SuperHero Squads ni los Power Rangers por nada del mundo.

Ayer fui a llevar a Lex a la escuela y como de costumbre, estacioné el carro y lo acompañé hasta la fila del kinder. Había un grupo de 3 o 4 niñas, cuchicheaban y se reían. Ya las había visto anteriormente, son del mismo salón que él. Éste quiso saludarlas y éstas lo miraron con total indiferencia. Su cara valía un millón. Ese chiquitín es sociable, demasiado, diría yo. —"¿Mamá, porqué no me hablan?", me preguntó con un tono tristón. Lo sentí desconcertado y me sentí impotente. Quise hacerle entender de la manera más sencilla y honesta posible: -"Ay papito, las nenas son así. Déjalas, parece que no quieren jugar ahora.", le dije intentando consolarlo. La verdad es que sentí que eras eran las únicas palabras que podía decirle. El episodio me tomó por sorpresa y no me había preparado para esto aún. Aunque aún estaba un poco decepcionado por sentirse fuera de grupo, se despidió de mí. 

De camino al carro jugaba con mis llaves mientras pensaba que este es el comienzo de un largo camino por recorrer. La primera de muchas decepciones. La primera interrogante de tantas que se aproximan. Ojalá y no muchos rechazos que le rompan el corazón pero sé que muchos o pocos, vendrán.

"¿Por qué no me hablan?" recordaba sus palabras. Sabía que era una tontería de niños, mas aun así me hacía pensar en que algún día tendré que decirle lo complicadas que somos las mujeres con nuestras estúpidas costumbres e indecisiones, nuestras señales cruzadas de "no me hables pero insiste y deslúmbrame con tus palabras". Con el tiempo hemos mejorado algo, al menos eso me hace pensar mi corazón ingenuo. Al menos eso he intentado. 

Siempre he pensado que los hombres de esta sociedad, buenos o malos, en su mayoría son producto de una mujer. Una madre, una amiga, una amante. Somos nosotras las que moldeamos y coartamos a estos individuos que llegan a nuestras vidas. Muchos de estos hombres a los que llamamos "cabrones", no siempre fueron así. En el mayor de los casos, estos hombres no tuvieron alguien que les educara, les amara y en el peor de los casos hubo alguien pero a su paso no dejó nada bueno, posiblemente haya sido una mujer. 

En el pasado he sido amante, he sido amiga y aunque he intentado dejar mi huella positiva, sé que también he dejado mal sabores y quizás haya aportado a corromper algún corazón. Ahora, toca la parte más difícil. Debo criar a este hombrecito de manera que sepa que en el mundo habrán mujeres que le amarán como a nadie en este mundo (ya cuenta con una), también le romperán el corazón y con suerte habré hecho algo lo suficientemente bueno como para que éste sea fuerte, lo comprenda con hombría y siga adelante.

Confieso que a veces no sé lo que hago pero algo aseguro: El hombre que criaré será un hombre que sepa amar a una mujer por lo que es, sus virtudes y defectos. Le enseñaré que a las mujeres nunca se les entiende pero que con suerte, encontrará una que valdrá la pena el dolor de cabeza. Aún así es muy temprano para atormentarme pensando en sus mal de amores. Así que mientras, voy preparándome para contestar esas preguntas que te vuelven la lengua un nudo y te dejan completamente loca y sin idea. Por lo pronto, seguiremos jugando a los Power Rangers que por suerte, la lotería genética me ayudó a que pueda seguir escogiendo ser Kimberly.